viernes, 9 de diciembre de 2016

IX.

IX.

He acabado dócil  e indolente
buscando que el lirio sobreponga la suerte de abril,
para así ser al púrpura,
y ser al  cretino
y ser a quien persista en la lucha
de baños injustos con caderas encorvadas.
Buscando destruir palabras
destruir poesía
destruir el olor.


VIII.

VIII.

Su mentón acaece con el viento a mi regazo
me postra su rostro en ambas manos para sostenerlo
la imagen arde dispersa y cristalina
mojada, muy mojada por las lagrimas
que apegadas al vacío, colonizan
la voz de su recuerdo.

La primavera diré de su audacia,
los ángeles luego de su delito,
el fresno sanará nuestras heridas
el frío nos obligará a abrazarnos
empedernidos en una sedienta mentira.

Me verán reír dividida,
mi cuello, mis hombros, mi boca.
Me verán ocultar las rocas
cuyo peso partió repartido
y así en su piel se asomará el coraje
de la sangre, del espanto de nuestras risas.


El trueno inquieta el oleaje
con el cual limpio mi boca del vino
con el cual riego las flores que me alimentan
con el cual me cubro de la gruesa espina.

La imagen ya arde dispersa y cristalina.

VII

VII.

Desperté con ansias
de hacer de la ruina un río.
Acomodar mis pies de amparo
en la piedra del sol
en el reflejo de espuma.

Quise rellenar
el aire de las rocas:
la tristeza, lo vulgar,
el desinterés, la pasión.

Exhibir cautiva
la gnosis de los sabios
de los ignorantes
de los mentirosos.

Las flores se incrustaron
en mi esternón
para no dejarme respirar.

VI.


VI.


He bebido de mi sangre
para anestesiar las punzadas
diletantes de la muerte.
Vacío soplos
que exorcizan deseos
de devorar la patria
con bocas de plástico gastado.

Mi voz de contralto
o contraluz quizás
por cautela susurra
como escucharía uno a una pluma
que calla aún el rocío.

Le pedí que cuidara
del cariño
camuflado.
Mi capricho se burla hoy
del pájaro ciego
que emprendió rumbo.




V.

V.

Quiero curtir
la nieve frondosa
de encauzar el sentir
frío de esta mañana.

El parásito afiebrado
mantiene la ilusión
de un sueño enclaustrado
en un palafito.

Entregué alguna vez
el juvenil sosiego
que familiarizaba
la esperanza.

Flotaba como hábito
acorazado,
como si el hambre:
opacara.

En una pecera
nadaban pacientes
los peces enfermos
sudando.

Sudando para nadar ligeros
sus torsos.
Para el desahogo:
sus versos honrados.

Persiguen hoy sus aletas
de detalles hermosos.
Evitan las grietas pigmeas
condecoran su piel de culto.

Escapan luego de vidrios rotos
así sus cantos vibran
en curiosos poemas.


IV.

IV.
Pensamientos cancroideos
curvan la cura
que  anhelo.

II

II

Dudar del viento
del frío de noches espesas
de humos jadeantes
girando para no tocarse.

Dudar del suspiro como si supiera
que blanco el barco parte
cuando es su fortuna
no volver.

Se remoja la incerteza
de tormentas irritadas
como fantasmas de tubérculos
cuya sangre vive y solo drena.

Desarraigo la lucha
que el almácigo ha llorado
y llorará hasta su alivio
hasta su fin y sosiego.

Arránquenme
de mi juicio.
para transitar
sublimada a los sueños.

Corten mi tallo
que ha probado
marchitarse.

Viertan el agua
en una fuente más digna.


Fraccionen mi tierra ya repartida. 

I

I

Hay  un llanto apoteósico
afilado que invade
mi pellejo de infancia.
voraz.

Mastico la suerte
para perpetuar destellos
desvergonzados de cólera
basto.

Atraviesa una pequeña;
una pizca de lágrima apresurada
por entesar
tus brazos

entre medio un baile
enternece inmediato
la piel que cubre
nuestro pálido silencio.

Callada estás porcelana
pórfida semilla sola
tú serena y olvidada
ríes para ahuyentar.

Me gustaría mirarte
roer mi alma afiebrada
bordear el lío de angustia
recoger pétalos del suelo

asfixiar la curiosidad
que en retazos de congojas
retorna tersa como
un desafío.



sábado, 3 de diciembre de 2016

Fragancia que sangra

Hacia el cielo la soledad ha de abrirse envuelta en silencio
arropada en mantos que secan la saliva del hombre.
La soledad ostentosa enorgullece a su víctima
para dar con su infamia débil en agonía.
Se pronuncia el alma inhibida por tanta habla
entre pactos, promesas y voces que mudas ya no viven.
Es la fragancia que sangra cual nota hacia su cuerpo
de pétalos cerrados de noche de desierto.
Necesidad olvidada de un querer ido
callado amor cuyo sentido se escribe
horrorizada ya su fuente culmina
sentenciado a fallecer y a extinguirse
su vehemencia de tren huído.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Huir

No me leas en vano
para que cruce lo sordo de tu mueca.
No repitas esas húmedas palabras estériles
que renuncian a buscar lo podrido de las margaritas.
No asumas mi muerte como si un barco
estuviera en el puerto zarpando.
No subestimes mi tristeza
que se alza sobre la primavera
sobre la noche, sobre el silencio.
Arranqué el último dolor
para beber de la ola que pisó al hombre.
Vestí de fiesta mi incertidumbre
para luego ocultarme y huirme.
Y huída hoy aún me revuelco
en la posibilidad de no decir
"que la muerte se alze y se abran las flores
del alma fatigada y de su anhelo".


sábado, 19 de noviembre de 2016

Serena irrumpo tu sueño

Como un fruto encarnado en carmesí
sobre una muralla que no estaba pero nos mantenía de pie.

Como la máscara que nadie se pone
mientras bajo la sombra de un árbol yo escuchaba los pájaros.

Ha pasado tiempo ya desde que una ofensa amargó el corte,
apenó el venero motivo por el cual mis ojos se estropearon.

Escojo el silencio
a maldecir  palabras que víctimas se acurrucan como un crío asombrado.

El fruto se acomoda a sentir la carga de las flores,
de sus nombres: amapola, bugambilia, tulipán, margarita.

De su suavidad: sutil, flexible, reservada
que les exige la luz, que les exige la muerte.

Les exige la muerte como dos hombres vencidos al costado del edificio
como mirar el mar y ver siempre otra cosa.

A sus sombras se ocultan pecados perdidos
así es quien ora por mirar el reflejo del rocío en un cristal añejo.

Te hablo de lejos, reconozco  la tristeza de esta noche.
Podríamos compartir las horas del alba, las primeras luces exhaustas.

Irrumpo tu sueño sobre nuestras tumbas.
Serena irrumpo tu sueño.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Pájaro negro

Tu cabello olía a pájaro negro
como sábanas que saludan en su cuerpo las espinas.
La lluvia caía con miedo y bochorno
y aún así acorralamos los pasos del otoño guardados por un invierno mezquino.  

Por encima de tus labios flacos y melancólicos
podía asomarse el tierno susurro de ángeles caídos
o quizás de ese vino que nos embriagó tan suavemente
tanto nos embriagó que creí ser yo eterna.

Deambulando por las calles buscándote ayer
recordé durante el atardecer que se sostenía anaranjado,
la línea de nuestras pecas que juntas abatían
nuestros rostros mutilados suspirando aromas tardíos.

Hoy mientras mi piel se derrite en rincones bajos, a veces mudos
y escucha la cercanía de la muerte que tiende
una flor incrustada en mi cuerpo me pide
al extraño que en silencio me hará compañía.

Te olvido entonces, de repente
olvido tu oler a mojado, tu cuerpo relleno de rocas quietas.
Así igual como tanto tiempo lo he hecho
para dibujar algo en mí que no se quiebre.
Me mudo hacia la sota de corazones
para repetir palabras repetidas
sometidas y vacías al hablar de un poeta
que poeta no es sino vago.

Paso la carta a mi derecha,
sonrío como si el aire se hiciera de azúcar
acaricio la piel y pareciera que nunca lo he hecho
más se muy bien donde dejar la yema de los dedos

Sonrío tanto que parezco una idiota
mis ojos se derriten como curvas de seda
mi cuerpo amenaza con caerse de repente
y me sostienen sus manos como si lo necesitara

Pienso luego en elegir entre estación San Pablo o Los dominicos

o entre un beso o dormir acompañada. 
Pienso en mis palabras que hablan
como si bailaran hace mucho tiempo.


jueves, 15 de septiembre de 2016

Culpa

Basta mirar la culpa a la cara
para suplicar, en desgracia
la suerte de un espíritu en calma
que perdone la infamia.

Mirar a los ojos el desvío
de las pupilas concentradas
en sostener el hilo
de unas palabras manipuladas.

Tomar las manos de la luz
como si en mi tu confianza regalaras
morir en la misma cruz
que, vencida, me postro empapada.

Exigirte hasta que la duda traspasa
cada cumbre, borracho, o muchachas
hasta que la duda me masacra y
sin tocar un pelo, me retrata.

Repudio lo que hago, la moral
he dejado, y como un ángel, me paro
que canta con armonía y con descaro.

Olvido el día en que quise quedarme
repitiendo  las mismas palabras de desarme,
las palabras que me dejaban amarte
acurrucarme en tus brazos y acariciarte.

Una niña era y tú una madre y te decía-
Vives la soledad y las vencidas
no te dejas caer en las piernas de
quien absorbe tu sangre
y llora tu partida.

Y una como niña solo reza
por algún día ser tan amada
como tu amor grande que pesa
y ya olvidé las palabras
y yo lo abrazo entregada (al amor)
con palabras que juré no callarlas.



domingo, 31 de julio de 2016

Desvío perdido

No merecen las lluvias
no ser vistas, haberse perdido.
Mi alma, no la encuentro
cuando busco en mi pecho sentir un palpitar.
Olvide la belleza,
de tener el sol en el rostro
y de perderlo en la oscuridad.
Mi espejo me observa devuelta
yo, tonta, le sonrío
mientras mis labios
los oscurezco
hasta desaparecer
para aparecer
y ser para ti.

jueves, 28 de julio de 2016

Inmarcesible parte I

Inmarcesible parte I

Agoté el intento por no fallar
no traicionar mi alma
no destruir mi cuerpo
saboteado
y fulminado.
El capricho
de una línea delgada
entre amar o ignorar
los ojos pasmados y estrechos
que en la locura
subliman el contorno
de este cuerpo destruido.
Más a ti te escribo
y por ti justificar
en palabras el daño
inflingido,
que sobrepasa mi aliento
y me deja morir
sin brazos sosteniéndome
pues la vida tuya fue.
Dolor ciego quema mi inocencia
en el amor temido
en la verdad común
que es una.
Entregada a morir
y romper el torso
por el mismo amor que temía,
ese amor que desconoce
a quien me he entregado.
Te hablo mientras miro una rosa
común como nadie,
que en su vulgar forma
y sin juegos vanos
es capaz de embellecer
el prado seco y estropeado
y bañar en oro un rostro delicado,
mientras baila con sus ojos
y no su cuerpo
ultrajado.
Y no es un deleite
observable
desde la mirada corriente
pero si desde la pretensión
de tenerse y olvidarse
si en la inclinación a amarse
y no aborrecer
el fruto de aquella soledad.
Te escribo a ti,
pues intento burlarte
engañar el motivo de mis palabras.
más la dicha de escribir
mentiras inagotables
no se compara
con la dicha de sentir
el golpe de tu corazón
junto al mío.
Ya no sé tenerte ni dejarte,
pues en el tenerte y en el dejarte
empiezo nuevamente a quererte,
y si intento mantenerme
caigo como una flor desecha
que jamás supo como marchitarse.
El daño,
lo justifico más que a cualquier poema
pues es real,
más el amor que cae en la suerte
de poder mirarnos
es aún  más real.
Cuanto quisiera que me ames
más que al delirio
y al dolor.
Dos cuerpos juntos
que se protegen
del silencio del mundo corrompido
en ruidos de desgracias
que seducen, encantan, fascinan.
Cuanto quisiera yo representar
aquella seducción
que acabase en la muerte.
Y es por eso que hablo
del no cuidar,
o velar por la completitud
y no la destrucción de mí.
Es el tormento el que te cautiva,
más que un poema abandonado.
Y con aquella corrupción es imposible
que me quieras como yo quisiera.
Pues tal alma has despedido,
sin despedirte antes de la mía.
Mi querer es no perderte
más tu amor es poseer
la luz pura
de la desdicha.
Torturar la imagen de lo mas bello
por la admiración de los sucios
repugnantes y vulnerados
ojos
repletos de fascinación
por el comercio
de la locura.
Como no quererte
si juntos los vencemos,
y como no quererte
si es contigo que he aprendido
que la batalla es perdida
que el cuidarme es mío,
y que si no lo logro
los ángeles lo harán por mí
y no otra persona
que pise la tierra
profanada por tantos pies
errantes.
Privemos al resto de nuestra luz
para no olvidarnos de que existe
concedámonos los afectos dulces
y sintamos las gotas que caen en nuestro amargo amor.
Lamentemos la suerte
que ambiciona la muerte
para así concederle al tiempo
la voluntad de tenernos
y no preocuparnos
de no aprehender
los engaños y las trampas
las palabras desiguales
que sirvieran solo
para llorarte.